Los cielos iluminaban en cada relámpago aquel pueblo que se quedó sin luz eléctrica; obligando a sus habitantes a juntarse alrededor de las lámparas de baterías y a intercambiar historias de aquel Xoxocotlán que muy pocos recuerdan ya.
Y entonces como era antes coy, antes cuando la luz eléctrica no había; cuando se iluminaba la casa de brujitas.
-Bueno a decir verdades mi niño, las brujitas eran para cuando necesitabas mucha luz, la gente en su mayoría se alumbraba con ocote o con velas de cebo; las noches casi no había gente en las calles, pero en la tarde la gente se sentaba en sus puertas donde casi con seguridad había una piedra de rio; y había conversaciones aquí y allá, pues la radio y el periódico no se usaba mucho; asi que los vecinos iban y venían para compartir las noticias de familiares y amigos.
Los niños jugaban en las calles vigilados por las buenas gentes que se sentaban en las puertas de sus casas. La desgranada de maíz y la espulgada de frijol era la ocupación vespertina al calor de pláticas, de noticias e historias, de recuerdos y anécdotas.
Y si necesitaban algo coy, como azúcar o sal, o tal vez velas, y esas cosas?
-ha para eso estaba la miscelánea de “don Rafael” que si bien no fue la primera tienda, si era y fue por mucho tiempo la más grande.
-así abuelo? Cuéntame cómo era.
-pues veras era una tienda muy grande y muy surtida ubicada justa atrás de la iglesia, junto había unos molinos también de “don Rafael” en aquel entonces “don rafa” era un señor que venia del norte del país, era alto y güero de manos grandes, como todos los xoxeños nuevos venia huyendo de un pasado oscuro, decían y era el propietario de la única tienda que vendía hilos, telas, azúcar, manteca harina de trigo, herramienta para el campo; pero sobre todo era recordado porque fue la primer miscelánea y el único lugar en xoxo donde vendían pasteles por rebanada; y galletas y con el pasar del tiempo fueron los primeros en vender refrescos.
Pues en aquellos días no eran muy populares pero a causa de esa tienda lo fueron; ahí iban los niños y con 20 centavotes te traías un cucurucho de galletas confitadas y dos de pinole, ahí también vendían correas de cuero, y hules para las resorteras, trompos, canicas y cordel y bolsas de plástico con los que se hacían papalotes formidables.
Siempre estuvo pintada de verde o azul marino y claro en la puerta unas piedras de rio donde te podías sentar a descansar o degustar lo que hubieses adquirido.
Aquel señor “don güero” o “don rafa” como le llamaban siempre fue generoso, pues el aportaba su “cuerno” para las fiestas patronales, asi como para el convite o festividades del pueblo; él fue el primero que trajo los “jueguitos” y fue en una festividad de semana santa; recuerdo que las voladoras costaban 5 centavos.
-y que fue de “don güero” y de su tienda
-pues veras mi niño, cuando el transporte público apareció cuando los “guajoloteros” iban y venían, la gente iba a buscar lo que necesitaba al centro de Oaxaca, y eso fue dándole otro giro a las tiendas como la de “don güero”
Ahora que lo pienso mi niño no recuerdo cuando cerro la tienda, pero lo que si recuerdo es que en aquella época todo mundo conocía a “don Rafael”
Las luces se encendieron de pronto y los chamacos como enjambre abandonaron la lámpara de pilas, y se reunieron alrededor de la televisión; por la prisa de la edad y de la televisión jamás pude completar con mi abuelo la historia de “don Rafael” la tienda de “don güero”.
El tiempo sigue su inevitable marcha y de aquella miscelánea solo queda su nombre en un salón de fiestas, y esta historia incompleta perdida en mis recuerdos y ahora en mis letras.